miércoles, 7 de septiembre de 2016

The Fountain de Aronofsky


The Fountain

“Vida en la muerte”

Es una historia que habla de la aceptación o el proceso que vive un personaje en 2 tiempos distintos, sobre la inminente muerte de su amor. Desde un punto de vista metafísico se aborda como si la energía de la persona se extinguiera, pero en ese instante explotaría, regando por todo el universo su ser, siendo entonces inmortal, ya que se crearan nuevas formas de vida a consecuencia de su muerte. Otro de los personajes o mejor dicho de las historias alternativas que se plantean es la de una pareja al parecer actual, en la que ella sufre de un extraño tumor en el cerebro que la tienen sentenciada a muerte. Pero esto no le impide a ella disfrutar de su vida y es ella quien une las historias pues en su enfermedad decide comenzar un libro manuscrito titulado La Fuente. 

En este libro se cuenta la historia de un guerrero español, (El personaje lo interpreta el mismo actor) que es enviado a buscar el árbol de la vida eterna, el árbol que fue escondido por Dios, después de desterrar a Adán y a Eva del paraíso por haber comido un fruto del árbol del conocimiento. El árbol de la vida tendría el poder de curar a su amada reina, incluso concederle la vida eterna. Por esto mismo, el guerrero fue enviado a tierras mayas para apoderarse del árbol y de su poder.

Hugh Jackman, quien interpreta los tres personajes principales masculinos, en cada una de las historias parece estar en una especie de búsqueda que en todos los casos termina con la muerte, pero al mismo tiempo renacimiento de su amada y de alguna forma también vive un duelo muy intenso para dejarla ir.

La fotografía se me hizo una apuesta muy interesante, especialmente los paisajes no actuales. Un paso muy arriesgado por parte del director Darren Aronofsky y de su encargado de fotografía Matthew Libatique. Al parecer no se consiguió el impacto visual deseado. Los efectos especiales no son muy sorprendentes para ser una producción de grandes presupuestos, pero consiguen su objetivo. La originalidad fue un punto clave en el manejo de la imagen, los vestuarios, los escenarios y las ambientaciones. Las expectativas eran altas, y aunque no lograron superarlas, al parecer se cumplió con el mínimo requerido.  

Otro aspecto de la película fueron las interpretaciones, tanto Hugh como Rachel Weisz se llevaron la película. Magnificas actuaciones. Cada una de las interpretaciones fue cuidada meticulosamente, desde las actuaciones españolas y distinguidas, hasta la profundidad de seres espirituales a niveles astrales. Definitivamente la elección del cast fue un acierto más del film. Realmente consiguen transportarnos y sumergirnos en sentimientos muy fuertes y significativos. En pantalla, ambos actores crean una química visual perfecta.   

En momentos la trama resultaba confusa y los saltos abruptos en los tiempos no ayudaban en absoluto. Una película clasificada como de arte, es decir no resulta atractiva para un público que gusta de producciones comerciales y dinámicas, ya que el discurso tiende a ser muy denso. La propuesta de Aronofsky deja dos tipos de reacciones, por una parte la decepción por parte de la audiencia que sigue los proyectos de este director. Y por otro lado se reconoce el atrevimiento y el esfuerzo. Es una excelente película para sentarse durante poco más de cien minutos a reflexionar sobre la muerte y la vida.  

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